El artículo se hace eco del bajo perfil que mantiene el antiguo ministro de exteriores surcoreano en la institución, permaneciendo ausente de los grandes conflictos internacionales, contribuyendo de este modo a desdibujar (más aún) el papel de la ONU en el panorama internacional.
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Durante una reunión con líderes palestinos en Jerusalén Este el año pasado, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, empezó expresando la satisfacción que le proporcionaba "estar en Israel".
Mientras los palestinos presentes se quedaban boquiabiertos, esforzándose por reprimir su indignación, un colaborador de Ban le susurró al oído que llamar al territorio ocupado en el que estaban "Israel" no era precisamente lo más diplomático que podía hacer, dados los asistentes. Ban asintió, prosiguió y terminó sus palabras con una sonrisa y un alegre: "Es un gran placer estar en Israel".
El desconcierto que provocó Ban aquel día entre los palestinos se ha extendido hoy, 20 meses después de que asumiera el cargo de secretario general, a la mayor parte de los Estados miembros de la ONU. En vísperas de la sesión número 63 de la Asamblea General que comenzará en Nueva York el 16 de este mes, ceremonia anual en la que se reúnen jefes de Gobierno de todo el mundo, existe una creciente percepción de que no sería aconsejable que Ban, anteriormente ministro de Exteriores de su país, Corea del Sur, renovara su actual mandato de cinco años cuando concluya. Lo habitual sería que continuara en un puesto que algunos han descrito como "un papado laico", pero aumenta la impresión de que "el vaso está más bien vacío", como dice un antiguo alto funcionario de la ONU; que no es el hombre indicado para preservar la independencia y la legitimidad de Naciones Unidas y para dirigir la organización en un momento en el que sufre una creciente parálisis, pero en el que existe un atisbo de oportunidad -ante el inminente cambio de Gobierno en Estados Unidos- para poder alzarse, desde los escombros de la guerra de Irak y la animosidad del presidente George W. Bush, como la fuerza moral y política por los derechos humanos y la paz que se pretendió que fuera cuando se fundó, a finales de la Segunda Guerra Mundial.
2 comentarios:
Cualquier parecido con los politicos colombianos, no es coincidencia. Parece que la mentalidad de los "lideres" del mundo es estar en contravia de lo que sienten los pueblos
Lo que se necesita es una profunda reforma de la Carta de Naciones Unidas. Sólo esa reforma permitirá al Secretario General, sea coreano, austriaco, vietnamita... gozar de un poder real para así defender los principios básicos de la citada organización.
Los Secretarios generales, casí siempre han sido "grises" e inoperantes, y especialmente dependientes de los paises que tienen derecho de veto.
Saludos y un abrazo
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