El Cid cabalga de nuevo

Ayer, Corea del Norte volvió a cumplir años como cada septiembre. En esta ocasión, el 60 aniversario de la constitución del país como nación independiente no se desarrolló como habitualmente estaba previsto. La fiesta fue un tanto extraña.

Hasta ahora, el Régimen de Pyongyang en su día nacional siempre había hecho gala de su poderío militar. Imponentes desfiles con miles de soldados engalanados para la ocasión y decenas de lanzaderas de misiles y demás maquinaria militar se paseaban gallardos y altivos por las habitualmente desiertas calles de Pyongyang. En una fecha tan señalada, los norcoreanos están obligados a estar orgullosos de su país y a ser felices, y deben asistir en masa al evento bien como espectadores o bien como participantes. Ayer sin embargo, no hubo tal desfile.

Las fuerzas armadas norcoreanas habían marchado armoniosamente frente a la tribuna del líder durante numerosos años para celebrar por todo lo alto el aniversario de la patria, pero la mañana de ayer no hubo ni rastro del ejército. Ciertas fuentes señalan que el desfile fue vespertino, pero en realidad, solo se trató de un desfile de civiles junto con algunos grupos paramilitares y alguna división perdida del ejército. En ningún momento se trató del grueso de la armada.

Las celebraciones de ayer exclusivamente fueron de carácter cultural, con gigantescos y coloridos mosaicos humanos para glorificar a la patria. En el estadio, la plana mayor de la cúpula comunista norcoreana se reunía al completo salvo una excepción: El Gran Líder, Kim Jong-il. Mucho se ha rumoreado acerca de su estado a lo largo de este año, pero su incomparecencia al gran acto nacional de ayer no ha hecho más que acrecentar las especulaciones sobre su delicado estado de salud o incluso su sobrevenida muerte.

Mosaicos humanos para la celebración del día nacional en Corea del Norte

Algunas fuentes diplomáticas habían señalado hace tiempo el progresivo deterioro de salud de Kim. Asimismo, desde Corea del Sur han sido lanzados frecuentes rumores a través de internet que aseguraban la muerte del líder nuclear. Aunque los servicios de espionaje internacionales afirman que ha sufrido un infarto, ya hay apuestas para la sucesión comunista entre los dos hijos del patriarca. Su primogénito Jong-Nam de 37 años se perfilaría como sucesor natural, pero su "sangre impura" por ser hijo de una concubina, es un importante handicap que los principales cícrulos políticos es probable que no admitan, por lo que el candidato con mayores opciones de sucesión sería el joven de 27 años Jong-Chul, su segundo hijo.

La muerte de Kim Jong-Il puede representar una esperanza para un pueblo que muere lentamente de hambre por la tozudez y orgullo de su mandatario. Una muerte; una esperanza para el cambio y la apertura internacional. Sin embargo, temo que pueda gestarse otro embalsamamiento comunista al más puro estilo cubano. Es muy posible que nada cambie; que todo siga ingrávito. No obstante, tiemblo pensando en un nuevo Cid Campeador capaz de ganar su última batalla desde la muerte apretando un botón rojo.

Bella fotografía de Kim Jong-il, gran líder norcoreano

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