Una vez más las reformas fiscales vuelven a ser objeto de discusión en el parlamento surcoreano. La palpable ralentización económica y las alarmas ante una posible crisis similar a la del 97 han llevado al Gobierno a plantear una serie de reducciones fiscales con el convencimiento de que una de las principales causas de la crisis económica ha sido la alta presión impositiva. Los elevados impuestos han situado la carga fiscal en una tasa media de en torno al 22,7% en 2007, un porcentaje incluso mayor al estadounidense (20, 3 %) para el mismo año. Tras el descalabro en las encuestas de intención de voto, el presidente Lee Myung-bak y su partido buscan una solución populista que amaine la crisis por partida doble. Por un lado reestablecer el amor ciudadano hacia su líder, y por otro, mantener la tasa de crecimiento prometida al inicio de la legislatura: un 7% para 2008. Permítanme que lo dude.
Corea del Sur es un país con escasez de materias primas y resulta si cabe extraño que con los precios de materiales como el carbón, el petróleo o el acero haya logrado convertirse en uno de los grandes exportadores industriales mundiales en tan poco tiempo. Es realmente complejo ser competitivo en precio sin recursos naturales ni subvenciones a la exportación. Los astilleros españoles han sido testigos de ello.
El gasto público, las grandes inversiones en infraestructuras, en sanidad (privada) o en bienestar no han sido tales. No te dejes engañar, querido coreano; son tus impuestos los que han financiado todos los bienes que han salido del país. Eres tú el que estás sosteniendo la economía nacional calentando la silla quince horas al día. Eres tú el que paga el sobreprecio de todos los productos que compras. No lo sabes porque sólo Corea compite en Corea. No lo sabes porque no te dejan saberlo. Probablemente no lo sepas nunca, pero tu mismo nuevo y flamante coche Hyunday es más barato en España que en tu casa...
Corea del Sur es un país con escasez de materias primas y resulta si cabe extraño que con los precios de materiales como el carbón, el petróleo o el acero haya logrado convertirse en uno de los grandes exportadores industriales mundiales en tan poco tiempo. Es realmente complejo ser competitivo en precio sin recursos naturales ni subvenciones a la exportación. Los astilleros españoles han sido testigos de ello.
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