Durante mis tres primeros meses de estancia en Korea, estoy viviendo con una familia coreana. Lo cierto es que me tratan fenomenal y estoy muy cómodo. Son encantadores. Sin embargo el choque cultural sigue siendo importante, y una familia coreana no es ni mucho menos igual a una española. Por otro lado, las casas coreanas también tienen sus particularidades...Un ejemplo curioso es el de los cuartos de baño.
Cuando llegué a la casa el primer día, apestando y con 4 maletas lo primero que hice fue preguntar por el cuarto de baño para darme una ducha. Mi anfitriona coreana me indicó con amabilidad el lugar. Cuando entré a primera vista, todo parecía muy familiar: un baño occidental con su retrete, su lavabo, una lavadora...todo normal. Sin embargo no tardé en recordar el firme propósito que me había llevado al excusado, y advertí que no existía bañera o plato de ducha alguno. Tras el desconcierto inicial, pude comprobar que semioculto junto a la lavadora había un grifo con su ducha acoplado a la pared, y un hermoso sumidero en el centro de la estancia. Procedí; anegué todo el baño de agua (lavabo, retrete, paredes y suelo) y escapé furtivamente hacia mi habitación.
Cuando al día siguiente comenté la jugada de la ducha con mis compañeros españoles, todos habían sufrido la experiencia de la ducha coreana. Sólo entonces pude respirar aliviado eliminando la sensación de haber ido a caer en la peor y más cutre casa de todas.
Hoy, dos semanas despúes de mi llegada, ya estoy más que acostumbrado a encontrarme todo perdido de agua cuando algún miembro de la familia se ducha y yo entro a lavarme los dientes. Pero donde fueres haz lo que vieres, y ya soy un coreano más; cuando me ducho yo también apunto a la taza del water.
Cuando llegué a la casa el primer día, apestando y con 4 maletas lo primero que hice fue preguntar por el cuarto de baño para darme una ducha. Mi anfitriona coreana me indicó con amabilidad el lugar. Cuando entré a primera vista, todo parecía muy familiar: un baño occidental con su retrete, su lavabo, una lavadora...todo normal. Sin embargo no tardé en recordar el firme propósito que me había llevado al excusado, y advertí que no existía bañera o plato de ducha alguno. Tras el desconcierto inicial, pude comprobar que semioculto junto a la lavadora había un grifo con su ducha acoplado a la pared, y un hermoso sumidero en el centro de la estancia. Procedí; anegué todo el baño de agua (lavabo, retrete, paredes y suelo) y escapé furtivamente hacia mi habitación.
Cuando al día siguiente comenté la jugada de la ducha con mis compañeros españoles, todos habían sufrido la experiencia de la ducha coreana. Sólo entonces pude respirar aliviado eliminando la sensación de haber ido a caer en la peor y más cutre casa de todas.
Hoy, dos semanas despúes de mi llegada, ya estoy más que acostumbrado a encontrarme todo perdido de agua cuando algún miembro de la familia se ducha y yo entro a lavarme los dientes. Pero donde fueres haz lo que vieres, y ya soy un coreano más; cuando me ducho yo también apunto a la taza del water.
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