miércoles, 6 de agosto de 2008

Circo...del Sol

Leo en las noticias (El País, 7 de Agosto de 2007) cómo dos empresas de Dubai han comprado una participación del 20% en el internacionalmente conocido y aclamado Circo del Sol para promocionar el turismo en el emirato. Últimamente los árabes juegan duro, apuestan fuerte y pagan en efectivo.

No dudo del buen criterio de negocio de los dubaitíes. Probablemente el retorno de la inversión será más que interesante; todo un oasis para la inversión extranjera en el desierto. Permítame el lector sin embargo, una crítica subjetiva e injusta sobre el dudoso entretenimiento y el placer visual que este espectáculo del circo proporciona.

Recuerdo que mis padres de pequeño me llevaron a algún espectáculo circense; probablemente un par de veces. No hicieron falta más. Puede que aquellas imágenes hayan deformado mi mente para siempre y que desde entonces sienta una especial aversión a este tipo de eventos. Es probable también que nunca me recupere. Famélicos y melancólicos tigres junto con domadores alcohólicos al más puro estilo Angel Cristo; actores fracasados, hastiados, encerrados para siempre en un pavoroso disfraz de payaso. Trapecistas en la cuerda floja. Bailarinas de claqué agonizando de un éxito que nunca llegó. Lentejuelas, brillantina, gomina barata, paja reseca, lágrimas de cocodrilo...

Aún hoy, el circo me sigue poniendo los pelos de punta. El Circo del Sol no es una excepción. Más más luces, más circenses, más magia... más dólares. Más de lo mismo, un gran producto atemporal ¿Sí?. Las sonrisas circenses me siguen inquietando y no encuentro demasiadas diferencias con un "Sábado noche" de José Luis Moreno. Rancio. Mis hijos no irán al Circo. Me remuevo inquieto en mi butaca. Betún y caspa, risas en lata. Aplaudan. Apago la televisión. Este Moreno es la ostia...





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