Parecen lejanos ya los juegos de agentes dobles y triples de antaño. Con el fin de la guerra fría las guerras de espías entre países como China, USA o Rusia han tocado a su fin relevadas por un modelo de espionaje que va más allá de las entidades nacionales. Un nuevo orden mundial. Las grandes corporaciones extienden sus redes por todo el planeta cambiando inexorablemente a Mataharis por Super López en un tablero con infinitos escaques y variantes.
Sin embargo, en algún lugar de Asia, concretamente en una pequeña península olvidada, aún coexisten el bien y el mal, separados por una tímida frontera de alambre de espino. Diferencias irreconciliables, sistemas antagónicos en una guerra fratricida y caduca. Tablas. Rey contra rey hasta que uno caiga asfixiado, ahogado por sus propios peones.
Corea del Sur es un país que no deja de sorprenderme día a día. Para bien o para mal, los acontecimientos diarios nunca te dejan indiferente. La detención este jueves de Won Jeong-hwa, una espía norcoreana ha sido sin duda la noticia de la semana. Cuando la población sureña ya había relajado su actitud vigilante y recelosa ante la masiva infiltración de antaño, esta noticia ha vuelto a desenterrar los antiguos demonios comunistas, sacudiendo de nuevo a la ya agitada masa social surcoreana.
Jeong-hwa llegó a Corea del Sur en 2001 como una refugiada norcoreana que había escapado de la pesadilla comunista de Corea del Norte a través de China. Tras revelar información superficial sobre el régimen totalitario del norte, se integró rápidamente en la estructura social surcoreana, entrando en contacto principalmente con asociaciones de refugiados norcoreanos en Corea del Sur. Durante sus siete años de estancia en el país no tardó en hacer contacto con oficiales del ejército e incluso con altos mandos, a los que sedujo con favores sexuales para obtener información clasificada que posteriormente enviaría al Norte. Tras su arresto, Jeong-hwa ha confesado tener instrucciónes de acabar con la vida de altos miembros de la inteligencia surcoreana, así como de miembros de "perfil-alto" de las agrupaciones de exiliados norcoreanos. Según sus propias declaraciones, se le proporcionaron a tal efecto agujas envenenadas, aunque dicho plan nunca fue llevado a cabo.
Jeong-hwa fue finalmente detenida el 17 de Julio de 2008, pero la información no se ha hecho pública hasta finales de agosto. Los fiscales de la causa señalaron que "la espía usaba el sexo como principal instrumento de espionaje". Jeong-hwa, la última Matahari puede ser condenada a muerte.
Sin embargo, en algún lugar de Asia, concretamente en una pequeña península olvidada, aún coexisten el bien y el mal, separados por una tímida frontera de alambre de espino. Diferencias irreconciliables, sistemas antagónicos en una guerra fratricida y caduca. Tablas. Rey contra rey hasta que uno caiga asfixiado, ahogado por sus propios peones.
Corea del Sur es un país que no deja de sorprenderme día a día. Para bien o para mal, los acontecimientos diarios nunca te dejan indiferente. La detención este jueves de Won Jeong-hwa, una espía norcoreana ha sido sin duda la noticia de la semana. Cuando la población sureña ya había relajado su actitud vigilante y recelosa ante la masiva infiltración de antaño, esta noticia ha vuelto a desenterrar los antiguos demonios comunistas, sacudiendo de nuevo a la ya agitada masa social surcoreana.
Jeong-hwa llegó a Corea del Sur en 2001 como una refugiada norcoreana que había escapado de la pesadilla comunista de Corea del Norte a través de China. Tras revelar información superficial sobre el régimen totalitario del norte, se integró rápidamente en la estructura social surcoreana, entrando en contacto principalmente con asociaciones de refugiados norcoreanos en Corea del Sur. Durante sus siete años de estancia en el país no tardó en hacer contacto con oficiales del ejército e incluso con altos mandos, a los que sedujo con favores sexuales para obtener información clasificada que posteriormente enviaría al Norte. Tras su arresto, Jeong-hwa ha confesado tener instrucciónes de acabar con la vida de altos miembros de la inteligencia surcoreana, así como de miembros de "perfil-alto" de las agrupaciones de exiliados norcoreanos. Según sus propias declaraciones, se le proporcionaron a tal efecto agujas envenenadas, aunque dicho plan nunca fue llevado a cabo.
Jeong-hwa fue finalmente detenida el 17 de Julio de 2008, pero la información no se ha hecho pública hasta finales de agosto. Los fiscales de la causa señalaron que "la espía usaba el sexo como principal instrumento de espionaje". Jeong-hwa, la última Matahari puede ser condenada a muerte.
1 comentario:
que honda que haces
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