Mi perro se llamaba Ziro. Era un perro bonito, sin marca, mezcla de pastor alemán y chucho callejero. Era un perro popular, sin pretensiones. Se entretenía ladrándole a las golondrinas y oliendo las entrepiernas de las visitas. Siempre estaba alegre.
Era un can cariñoso y simpático, le encantaba que le acariciasen la cabeza, pero creo que sólo yo lo hacía porque solía tener pulgas. Estoy seguro de que yo era el que más le quería de toda la familia, pero el muy ingrato sólo sentía respeto y devoción por mi abuelo, que era quien le daba la comida, y por mi tio Miguel Ángel, al que temía y obedecía con total sumisión hasta el punto de caminar tras él arrastrándose mientras se meaba encima del miedo y la emoción .
No era muy listo. En sus trece años de vida no aprendió a hacer ningún truco por más que lo intenté. Ni se sentaba, ni daba la pata, y ni tan siquiera reaccionaba cuando le llamabas por su nombre. En algún momento llegué a pensar que podría llegar a tener un leve retraso canino. El perenne encierro en el corral del abuelo y el no haber conocido hembra alguna probablemente contribuyeron a atrofiar sus instintos. Sin embargo, el sólo hecho de que nada más verte saliera a tu encuentro haciendo molinetes con el rabo e intentando saltar sobre ti para lamerte la cara, ya justificaba su canina existencia.
Quise mucho a ese perro. Descansa en paz en el cielo de los perros, amigo.
PD: La coincidencia fonética del nombre del perro con el nombre del Becario Tecnológico ICEX en Seúl es exclusivamente fruto del azar.
Era un can cariñoso y simpático, le encantaba que le acariciasen la cabeza, pero creo que sólo yo lo hacía porque solía tener pulgas. Estoy seguro de que yo era el que más le quería de toda la familia, pero el muy ingrato sólo sentía respeto y devoción por mi abuelo, que era quien le daba la comida, y por mi tio Miguel Ángel, al que temía y obedecía con total sumisión hasta el punto de caminar tras él arrastrándose mientras se meaba encima del miedo y la emoción .
No era muy listo. En sus trece años de vida no aprendió a hacer ningún truco por más que lo intenté. Ni se sentaba, ni daba la pata, y ni tan siquiera reaccionaba cuando le llamabas por su nombre. En algún momento llegué a pensar que podría llegar a tener un leve retraso canino. El perenne encierro en el corral del abuelo y el no haber conocido hembra alguna probablemente contribuyeron a atrofiar sus instintos. Sin embargo, el sólo hecho de que nada más verte saliera a tu encuentro haciendo molinetes con el rabo e intentando saltar sobre ti para lamerte la cara, ya justificaba su canina existencia.
Quise mucho a ese perro. Descansa en paz en el cielo de los perros, amigo.
PD: La coincidencia fonética del nombre del perro con el nombre del Becario Tecnológico ICEX en Seúl es exclusivamente fruto del azar.
5 comentarios:
Ohhhh!! primit has conseguido emocionarme.. realmente que chucho más bueno y que vida más perra tuvo el pobre. Aunque seguramente las pocas muestras de cariño que recibía le hacían sentir el perro más feliz del mundo..
Recuerde Sr. Becario del ICEX que el pobre Ziro(Ciro), en más de una ocasión, aprovechaba cualquier resquicio del postigo para darse un garbeo y salir en busca de perras.
!Pobre Ciro, qué mala suerte tuvo con las hembras!
Para su desgracia, los mozos lugareños, cuando lograba escapar para así saciar su abstinencia sexual, debieron atizarle más de la cuenta.
Recuerde cómo regresaba a casa: magullado, meado, sofocado, con la lengua fuera y cabizbajo.!Pobre Ziro!
Ziro tenía debilidad especial por la abuela Paca. Cuando la abuela cruzaba el patio para ir a desayunar, cual perro raudo y juguetón se lanzaba sobre ella para colgarse de sus piernas, mientras movía incesantemente las orejas. No podía desprenderse de él y en varias ocasiones, con bastón y todo, estuvo a punto de caerse. La abuela también lo adoraba.
¿Y el miedo que tenía al agua? Los niños y los papás, a toda costa querían quitarle las pulgas y refrescarlo en aquellos meses de julio y agosto. Pero nuestro Ziro tenía pánico a la manguera; nada más vernos con ella,antes de enchufarla, agachaba las orejas, huía y se escondía bajo los coches. !Mira qué era guarrete!
Descanse en paz en los cielos brumosos que por estas fechas otoñales aparecen en "El Rebollar".
Chao
Pobre Zirito o "¡Chucho-qué asco de perro!" como también lo llamaban algunos de los nuestros. Sí que nos lo pasamos bien haciendole putaditas...A mí me sorprendió el día que me lo encontré con la cabeza encajada entre los barrotes de la escalera...
Esto de Ciro es precioso, te llega al corazón, te toca el alma....pero...para cuando los insultos en koreano?? jajaja
No he visto perro más nervioso en mi vida, incluso me había olvidado de su nombre (de su verdadero nombre, sí me acordaba perfectamente de su alias "¡Chucho-qué asco de perro!"). Gracias por recordármelo... Que conste que nuestros Patchis, el primero y también el siguiente (al que habíamos decidido a voto democrático llamarle Terri convencidos de que mi abuelo se acostumbraría pronto), eran mucho más inteligentes, educados y relajados. Eso sí, que conste también que Ciro era bastante más bonito que los dos Patchis.
-REGINE :-)
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